sábado, 14 de julio de 2012

Chucho Valdés en Alhaurín de la Torre


GRANDE, GRANDE, GRANDÍSIMO Chucho en el concierto de esta noche. Brutal.
Y sus compañeros de escenario también geniales.
Esperaba mucho de este concierto, pero desde luego no esta maravilla.
Han sido en torno a un par de horas, pero eso porque he mirado el reloj... si me dicen que en realidad han pasado 10 minutos me lo creo. Y si me dicen que mañana repiten concierto, MA-TO para conseguir entrada otra vez. Qué delirio.
Chucho pasaba sus dedos por las teclas del piano como lo hubiera hecho un demente. La diferencia es que el resultado obtenido por Chucho era absolutamente sublime. Aporreaba, tocaba con cuidado, lo hacía con técnica, con mimo, con pasión... mirar sus manos durante algunos momentos del concierto era meterse en un delirio extraño en el que, si no hubiera acompañado la música en el oído, la cabeza se hubiera terminado perdiendo irremediablemente.
¡WOW!

Además, allí estaba, sentado en primera fila, juzgando, disfrutando, enorgulleciéndose... el gran Bebo, el artista padre del artista. Me ha encantado verle.

Respecto a los músicos que llevaba... a la altura de las circunstancias. Todos han tenido su momento de gloria a lo largo del concierto, y lo han aprovechado de maravilla.
Mi poquito nivel me obliga a mirar el programa para dar estos datos: Lázaro Rivero Alarcón al bajo, daba la sensación de ser capaz de todo con ese instrumento: desde acompañar a Chucho magistralmente, hasta irse de gira con los Rolling, o lo que se le pida... Juan Carlos Rojas Castro a la batería... qué decir... maneja las baquetas como si hubiera nacido con ellas en las manos, pero lo mejor es que el tío disfrutaba como un enano allí arriba, y nos ha hecho disfrutar a todos cosa mala... Yaroldy Abreu Robles... el Marcelo del conjunto. Vaya marcha, vaya ritmo tenía en el cuerpo, qué arte con la percusión, qué simpatía... otro que ha disfrutado... no voy a decir que tanto como yo, pero casi. Y Dreiser Durruthy Bombalé. Qué decir de Dreiser Durruthy Bombalé. Cómo estaba Dreiser. De contento. Qué bien canta, qué voz tan nítida y potente, cómo se mueve, cómo maneja también la percusión (no quiero meter la pata nombrando mal los instrumentos que ha manejado), qué buen rollo tiene en el cuerpo y cómo lleva el ritmo corriendo por sus venas. Más que café, parece que desayuna música.

Todos juntos transmitían buen rollo, empatía, comunicación con la mirada entre ellos, estaban en sintonía, daba gusto verles, escucharles... Han sido capaces, sólo con la música y algún gesto, de emocionarnos, hacernos reír, animarnos, darnos ganas de bailar...

El subidón mágico para mí ha sido durante la interpretación de un fragmento de Asturias, de Albéniz. Ahí ha sido como si volara: siempre he sentido predilección por esa pieza (cuando mi padre, cuando yo era pequeña, me preguntaba qué quería que tocara al piano, yo siempre le decía "¡La rápida!"). Y oírsela a un Maestro (esto es un maestro y no los que matan toros) como Chucho, al aire libre, una noche de verano, con semejante acompañamiento... y con un mojito en la mano... Me faltaba sólo un cigarrito. Y he estado por mendigar uno después. Porque he tenido orgamos peores que este concierto.

1 comentario:

  1. A mí esta música no me dice nada y se me hizo larguillo, pero reconozco que son todos grandes músicos (aunque el del contrabajo no lo hizo muy bien cuando cogió el bajo, pero bueno).
    El momento surrealista de la noche fue cuando unas ranas de un estanque cercano se pusieron a croar y unos cuantos del público empezaron "sshhhhh sshhhhhhh" para que se callaran O_o

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